Sesión: Arte, cuerpo, educación y sociedad en la era de la cultura digital
La tecnología genera y supera la desigualdad
"La tecnología nos encierra en esta aparente contradicción: agudiza las desigualdades heredadas y, sin embargo, no podemos prescindir de ella para intentar superarlas. La primera impresión es desalentadora pues es fácil comprobar que los inmediatos beneficiaros de la tecnología son los privilegiados que disfrutan de otras buenas condiciones de vida. La tentación es despreciarla por sus efectos tan injustos: beneficios para quienes ya los tienen, y aumento del abismo de la desigualdad.
Este impulso 'ludita' debe contenerse contrarrestado por la observación de que la tecnología por sofisticada que sea, actúa socialmente como una palanca. Es una palanca con una desproporción creciente en la longitud de sus brazos, a medida que la tecnología avanza; hasta el punto de que, aplicada en su extremo mayor la fuerza de ideas y valores -algo tan liviano-, y en el otro, la inercia de los problemas que tenemos pueda llegar a removerlos.
Lo importante es la asociación palanca y propósitos, tecnología e ideas transformadoras. Hagámonos con la palanca, no la minusvaloremos, y apliquémosla donde haya que remover problemas; entonces, proyectos que podrían parecer tan etéreos muestran su fuerza si se colocan en el otro extremo de la palanca. Así que, dependiendo de donde se encaje y de las ideas que se apliquen, la intervención merecerá aprecios bien distintos.
No sucede esto con la tecnología en la educación. ¿Dónde y cómo la estamos aplicando? ¿Qué queremos remover? ¿Qué ideas, proyectos, valores pretendemos amplificar con ella? A esta discusión abierta hay que añadir ahora el horizonte incierto de un retraimiento de las inversiones necesarias; y cuando hay carencia aumentan las desigualdades.
Ciertamente, pero hay que introducir dos retoques en este panorama. Uno es el abandono de excesos (desequilibrios siempre) impulsados por la ingenuidad o el interés de creer que la tecnología en la educación era una cima que alcanzar y, cuanto más alta, mejor, y no una pendiente que se abría y por la que comenzaba a deslizarse todo lo establecido. Y el otro retoque es tener en cuenta la potencia creciente que hace que con medios mucho más asequibles se puedan realizar tareas impensables con los tan exclusivos de antes".
Antonio Rodríguez de las Heras, Metáforas de la sociedad digital. El futuro de la tecnología en la educación, Ediciones SM, Madrid, 2015, pg. 104.
"La tecnología nos encierra en esta aparente contradicción: agudiza las desigualdades heredadas y, sin embargo, no podemos prescindir de ella para intentar superarlas. La primera impresión es desalentadora pues es fácil comprobar que los inmediatos beneficiaros de la tecnología son los privilegiados que disfrutan de otras buenas condiciones de vida. La tentación es despreciarla por sus efectos tan injustos: beneficios para quienes ya los tienen, y aumento del abismo de la desigualdad.
Este impulso 'ludita' debe contenerse contrarrestado por la observación de que la tecnología por sofisticada que sea, actúa socialmente como una palanca. Es una palanca con una desproporción creciente en la longitud de sus brazos, a medida que la tecnología avanza; hasta el punto de que, aplicada en su extremo mayor la fuerza de ideas y valores -algo tan liviano-, y en el otro, la inercia de los problemas que tenemos pueda llegar a removerlos.
Lo importante es la asociación palanca y propósitos, tecnología e ideas transformadoras. Hagámonos con la palanca, no la minusvaloremos, y apliquémosla donde haya que remover problemas; entonces, proyectos que podrían parecer tan etéreos muestran su fuerza si se colocan en el otro extremo de la palanca. Así que, dependiendo de donde se encaje y de las ideas que se apliquen, la intervención merecerá aprecios bien distintos.
No sucede esto con la tecnología en la educación. ¿Dónde y cómo la estamos aplicando? ¿Qué queremos remover? ¿Qué ideas, proyectos, valores pretendemos amplificar con ella? A esta discusión abierta hay que añadir ahora el horizonte incierto de un retraimiento de las inversiones necesarias; y cuando hay carencia aumentan las desigualdades.
Ciertamente, pero hay que introducir dos retoques en este panorama. Uno es el abandono de excesos (desequilibrios siempre) impulsados por la ingenuidad o el interés de creer que la tecnología en la educación era una cima que alcanzar y, cuanto más alta, mejor, y no una pendiente que se abría y por la que comenzaba a deslizarse todo lo establecido. Y el otro retoque es tener en cuenta la potencia creciente que hace que con medios mucho más asequibles se puedan realizar tareas impensables con los tan exclusivos de antes".
Antonio Rodríguez de las Heras, Metáforas de la sociedad digital. El futuro de la tecnología en la educación, Ediciones SM, Madrid, 2015, pg. 104.
Utopías para salir del presente. Antonio Rodríguez de las Heras